Incluir en el texto los desvíos o equívocos que formaron parte del proceso de investigación y que nos permitieron alcanzar nuestros resultados puede ser un recurso narrativo interesante.
La escritura es un proceso creativo. Existen diferentes maneras de narrar, desde una anécdota hasta un argumento científico. Los textos y las historias que narramos no son reflejos impolutos de los hechos: todo está mediado por nuestro lugar como observadores, la relación que construimos con nuestres interlocutores y el modo en que elegimos contarlos.
La búsqueda de una escritura científica más creativa y amena para quien lee no la hace menos rigurosa. Jugar con los estilos, los tonos y los registros despierta nuestra curiosidad y creatividad como investigadores y escritores.
Dependiendo del objetivo y destino de nuestro texto, habrá más o menos lugar para el juego. Ciertas producciones escritas, como los artículos científicos, exigen el cumplimiento de una serie de pautas muy precisas.
Pablo Esteban
Muchas veces reproducimos modos de escritura sin considerar a la persona que lee. Una forma de romper con esto es pensar para quién estamos escribiendo, quién queremos que nos lea y en dónde queremos ser leídos. La escritura es y tiene que ser pensada como comunicación.
Incluir en el texto los desvíos o equívocos que formaron parte del proceso de investigación y que nos permitieron alcanzar nuestros resultados puede ser un recurso narrativo interesante.